La Teoría de la Mente

 

Este fin de semana es puente, y tienes pensado pedirle a tu jefe un día libre para poder irte de vacaciones. Cuando llegas al trabajo, saludas al jefe, decidido a preguntarle por tu día libre, pero ves que está tan metido en sus papeles, hablando por teléfono y con cara de preocupación, que ni siquiera te saluda, ni parece percibir que estás ahí. Te das media vuelta y piensas: “Hoy no está de buen humor, mejor lo intento mañana”.

Esta situación tan cotidiana, en la cual todos hubiéramos actuado de la misma manera que el protagonista, pone de relieve lo que se conoce como Teoría de la Mente. Así, somos capaces de interpretar los gestos, atribuir sentimientos, creencias, deseos… permitiéndonos predecir la conducta de los otros y comprender su comportamiento, favoreciendo el éxito en nuestras relaciones sociales. Tenemos un cerebro social, interpretando de manera inmediata y automática el estado anímico y el comportamiento de los demás. Somos, por así decirlo, “psicólogos naturales” o “mentalistas compulsivos” y constantemente atribuimos sentimientos, creencias, deseos, a los otros, permitiéndonos entender su comportamiento. Este hecho, a veces también nos puede jugar malas pasadas, cuando atribuimos de forma errónea lo que la otra persona puede estar pensando o sintiendo, dando lugar a malos entendidos y problemas interpersonales.

Si esta misma situación le hubiera pasado a una persona con TEA (Trastorno del Espectro Autista), seguramente no se hubiera fijado en que el jefe estaba preocupado, asombrándose de que este le contestara de mala manera, sin así entender el porqué de su conducta y de la negativa. Este hecho constata, lo que ya autores como Baron-Cohen, Leslie y Frith en 1985, observaron en un estudio en el que los niños con Autismo no eran capaces de realizar de forma correcta la  llamada falsa creencia de primer orden, que pone de relieve la incapacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, sin dejarse llevar por sus propias vivencias y pensamientos.

En palabras de Baron-Cohen: “una teoría de la mente nos proporciona un mecanismo preparado para comprender el comportamiento social, podríamos decir que si a una persona le faltara una teoría de la mente, es decir, si una persona estuviera ciega ante la existencia de los estados mentales, el mundo social le parecería caótico, confuso y, por tanto, puede ser que incluso le infundiera miedo. En el peor de los casos, esto podría llevarle a realizar escasos intentos de interacción con las personas, tratándolas como si no tuvieran “mentes” y, por tanto, comportándose con ella de forma similar a como lo hacen con los objetos inanimados” (Baron-Cohen, 1993:22)”.

Algunas de las dificultades en relación a la Teoría de la Mente presentes en las personas con TEA son:

  • Incapacidad para tener en cuenta lo que la otra persona sabe.
  • Incapacidad para ponerse en el lugar del otro: perspectivas visuales.
  • Incapacidad comprender las razones de las acciones de los demás.
  • Incapacidad de “leer” intenciones.
  • Incapacidad para “leer” el nivel de interés del oyente.
  • Incapacidad para entender el sentido figurado (ejemplo: “esta habitación es un horno”), los dobles sentidos, actos de habla indirectos (ejemplo: “¿tienes hora?”), etc.
  • Incapacidad para anticipar lo que la otra persona podría pensar de las propias acciones.
  • Incapacidad para engañar o comprender el engaño
  • Reconocer las repercusiones de su propia conducta.

De esta forma, todas estas dificultades tienen un impacto importante en casi todos los ámbitos de la vida de las personas con TEA, afectando principalmente en las interacciones sociales, originando frecuentemente ansiedad y angustia, y finalmente dando lugar a un aislamiento social de estas personas, disminuyendo así las oportunidades de interacción y de seguir aprendiendo de sus iguales. Además, a menudo nos encontramos que las personas con TEA, lejos del estereotipo, tienen la necesidad de ser aceptados por los demás, y de interaccionar, haciendo grandes esfuerzos por encajar y tener amigos, pudiendo dar lugar a acoso o burlas, favorecidas por las dificultades de la persona en las habilidades sociales y en la Teoría de la Mente.

Entonces, si ya sabemos que las personas con TEA tienen estas dificultades, ¿se les puede enseñar Teoría de la Mente?

Muchas investigaciones han corroborado el hecho de que se puede enseñar de forma explícita objetivos relacionados con la Teoría de la Mente, a través de una intervención específica, y que tenga en cuenta los contextos naturales, favoreciendo la generalización de los aprendizajes. Además, esta intervención debe ser temprana, ya que los niños de entre 2 y 3 años comienzan a desarrollar la capacidad para comprender cómo piensan, sienten, o qué creen otros. Incluso, diferentes enfoques, consideran que se debe de empezar a trabajar aspectos relacionados con la Teoría de la Mente, a través del reconocimiento de la mirada durante el primer año, siguiendo con la comprensión de las emociones en la primera infancia, y desde ahí ir haciendo una intervención específica de cómo participar en las interacciones sociales, repercutiendo de forma positiva en la comprensión social y emocional en la edad adulta.

Así, en el trabajo diario con estos chicos, se hace imprescindible no olvidar nunca objetivos relacionados con este tema, pues son la llave del éxito en las relaciones sociales.


Verónica Palomo Arboledas

Psicóloga de la Asociación, Autismo Jaén “ Juan Martos Pérez”